La piel nos protege del medio, es lo único que separa nuestro cuerpo del exterior y también nos comunica con lo que nos rodea. Cambiamos de piel, muchas veces sin darnos cuenta, día tras día nuestra piel cambia, se renueva.
Cuando nos lastimamos, vemos y sentimos esa falta de protección, ahí es cuando somos más cuidadosos. La piel nueva, nunca es igual a la anterior, se ve distinta, casi como un remiendo.
Así nos pasa con nuestra alma, aunque las heridas no se ven, uno siente los remiendos.
Las heridas externas siempre sanan antes que las que no se ven. Tal vez es que el cuerpo quiere "olvidarse" de lo que le sucedió, dejarlo atrás y seguir adelante.
Se reconstruye.
Revive.
Sin embargo no ocurre lo mismo con nuestra alma.
Así uno anda por la vida, como una colcha de retazos.
3 comentarios:
Sí, creo que también nuestra alma se regenera.
Gracias Maria, yo también creo eso.
estoy de acuerdo el alma esta llena de retazos como el corazon
Publicar un comentario