VIVIR ES CAMBIAR.
Es una frase muy conocida, desde el gusano que se convierte en mariposa hasta los cambios que vemos en nosotros mismos día a día. El hecho es que a pesar de saber esto, el ser humano es un bicho de costumbres, y entre ellas está la de postergar. Hacemos planes y nos ponemos metas, ahorramos para vacaciones, cuando seamos más viejos, siempre postergamos.
Sabemos que la vida está llena de cambios y tratamos, dentro de nuestras posibilidades de controlarlos. Ésta es la gran mentira. No los podemos controlar, los imprevistos son los que nos cambian el destino en un abrir y cerrar de ojos.
Cuando regresaba de mi trabajo en moto, a una velocidad de tortuga (20 km por hora), se tiró de atrás de un ómnibus estacionado un niño de 12 años en bicicleta, en una milésima de segundo frené, esquivé y luego me desperté en emergencia. Por suerte sólo tengo heridas leves (para lo que podría haber sido).
El hecho es que fueron milésimas de segundos, y chan, el imprevisto, en mi caso el accidente.
El cambio, muchas veces no es una opción. Simplemente ocurre.
Siento que me hizo pensar en que deje de hacer tantos planes para el futuro y comience a vivir en el presente. Más en esta época del año en la que siempre hago una lista de cosas que voy a cumplir en el año siguiente (y luego no la cumplo).
Este año no habrá lista ni sobreexigencias ni nada. Este año me daré el permiso de permitir que los cambios sucedan y vivir lo más feliz que pueda.
2 comentarios:
Brindo por eso!
Gracias! Chin chin! :)
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